domingo, 25 de agosto de 2019

DIMENSIONES

DESMOVILIZAR LA MENTE
Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *


El título de esta columna lo expresó de manera textual un ser humano excepcional que visitó nuestro país hace muy pocos días: el Dr. Denis Mukwege, premio nobel de paz en 2018. Él representa con mucho orgullo a su pueblo, la República Democrática del Congo (RDC). El Dr. Mukwege nació en ese país que ha sido víctima de invasiones por parte de naciones vecinas y de potencias mundiales que buscan explotar en su extenso territorio las grandes riquezas que posee.


De los minerales que abundan en su suelo, la RDC aporta el 80% del coltán que se produce en el mundo  (mineral que se usa con el niobio para fabricar los condensadores que manejan el flujo eléctrico de los teléfonos celulares). No obstante, aquí yace la gran tragedia de los congoleses, porque las guerras que han provocado los invasores le han costado la vida a cerca de seis millones de sus habitantes en los últimos años.

En medio de dichas adversidades,  estudió medicina y se especializó en ginecología. Luego, regresó a su natal Kivu, donde comenzó a ejercer en el hospital de Lemera, destruido por la guerra civil en 1996. Entonces, fue cuando tomó la decisión de fundar el Hospital de Panzi, que se ha convertido en el referente para la atención de esta población destrozada por el conflicto. Desde 1999, Mukwege atiende y apoya física y psicológicamente a mujeres que han sido sometidas a una de las formas más crueles de violencia sexual: vagina y recto destruidos con cuchillos u otros objetos.

Casi 40.000 mujeres han recibido su apoyo para intentar paliar el sufrimiento de  estos salvajes actos en contra de su dignidad. En su incansable labor para que se entienda que el único camino posible para la humanidad es la convivencia en paz, estuvo en Bogotá atendiendo la invitación que le hicieron la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP y la Universidad Central.

En palabras del Dr. Mukwege, "los autores de estos crímenes destruyen la vida desde su punto de inicio. Las mujeres ya no pueden tener hijos. A menudo se infectan con el SIDA y propagan la enfermedad. Sus hombres son humillados. Así que los violadores destruyen todo el tejido social de estas comunidades y de sus futuras generaciones”.

En una entrevista concedida a medios de comunicación colombianos sobre el proceso de paz manifestó lo siguiente: “Desmovilizarse no es solo entregar el uniforme; es necesario desmovilizar también la mente. Esta guerra que ha durado más de 50 años, en donde los niños han aprendido a matar, a violar, a utilizar las armas, va a seguir si no se hace un tratamiento psicológico”. Sin duda, un gran ser humano ha visitado nuestro país.

www.urielescobar.net / Twitter: @urielbarrios16

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