sábado, 17 de diciembre de 2016

DIMENSIONES

EXPLORANDO LA MENTE DE UN PEDÓFILO

Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *

En junio de 2015, Yuliana llegó a Bogotá desde la Vereda Milagros, situada en el resguardo Yanakuna de San Juan en el departamento del Cauca. A sus 6 años venía con el temor normal de enfrentarse a una mole de cemento en cuyo vientre habitan más de ocho millones de personas; pero su sueño, mezclado con el de su padre, Juvencio, era ser una profesional en el futuro para mejorar su condición de vida y la de su familia.


Sin embargo, esta ilusión se vio truncada cuando el 4 de diciembre de 2016, a las 9:10 de la mañana, el destino la puso frente a un cruel asesino que no solamente la secuestró, torturó y violó, sino que destruyó los sueños que había forjado en sus tiernos juegos infantiles. El país quedó conmocionado ante semejante crueldad y solo atinaba a cuestionar cómo se podría explicar lo que sucede en la mente de una persona que realiza este tipo de actos tan atroces.

La Asociación de Psiquiatras Americanos (APA) sitúa en el capítulo de trastornos parafílicos a los pedófilos y los define como “seres que experimentan una excitación sexual intensa y recurrente derivada de fantasías, deseos irrefrenables o comportamientos que implican la actividad sexual con niños prepúberes y que causan malestar o problemas interpersonales”.

En el caso de Yuliana, hasta el momento la investigación ha encontrado como culpable a un hombre adulto en cuya historia de vida predominan el desprecio o el desconocimiento por las normas sociales, además de unas profundas fluctuaciones en su estado de ánimo.

Rafael Uribe ha sido inculpado como responsable de los hechos, y sobre él debe caer con todo rigor el peso de la ley, porque los hallazgos de las investigaciones concluyen que los realizó con plena conciencia de ellos.

La información con que se cuenta demuestra que, además de pedófilo, tiene unos claros rasgos de alteración en su estructura de personalidad, lo cual lo ubica en el rango de trastorno antisocial de la personalidad, donde predominan “un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, [el] fracaso para adaptarse a las normas sociales, [la] deshonestidad, irritabilidad, agresividad y [la] falta de remordimiento”. Una flor naciente ha sido mancillada, se le ha negado el derecho a la expresión de sus sueños. Colombia herida llora su tragedia. www.urielescobar.net urielbarrios16

*Uriel Escobar Barrios, médico psiquiatra. (Esta columna de opinión es responsabilidad directa de su autor)

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