sábado, 7 de mayo de 2022

Dimensiones - Vivir sabroso como imperativo vital

 Por Uriel Escobar Barrios, M.D.

Buda dijo hace un poco más de 2600 años que el propósito de la vida de los seres humanos es ser felices, y hasta donde sea posible evitar el sufrimiento. Es sorprendente esta sentencia cuando la expresa alguien que durante muchos años se sometió voluntariamente a ayunos extensos e intensos y torturó su cuerpo físico, al cual consideraba, en ese entonces, como un impedimento para la realización y autoconocimiento del ser. 

En sus primeros años tuvo una vida de placeres y excesos, como príncipe que era de la región de Kapilavastu en la India. Pero este joven, a quien su padre estaba preparando para que lo reemplazara como monarca, renunció desencantado a dicho estatus y resueltamente decidió que su propósito era alcanzar la sabiduría para entender la complejidad de la existencia humana, especialmente el porqué estamos sometidos al sufrimiento y a la rueda del nacimiento y la muerte. Al alcanzar la iluminación, llegó a la conclusión de que ningún extremo (exceso o privaciones) era la respuesta para lograr el bienestar, sino que este se alcanzaba en el sabio camino medio.

Hay un cuento anónimo que se adapta a diferentes culturas y que permite acercarse al concepto de bienestar expresado por Buda: el del pescador y el empresario. Dice la historia que un hombre de negocios observó a un pescador que temprano en la mañana descargó los peces que había atrapado en pocas horas y se dedicó el resto del día a compartir con la familia y con los amigos. 

Extrañado, el empresario le preguntó al pescador por qué no seguía trabajando para obtener más peces y, por supuesto, mayores recursos, para convertirse en una persona de éxito. El pescador le respondió que con eso era suficiente para alimentar a toda la familia. El empresario le dijo que esa era la razón por la cual no podría tener riquezas. “¿Y para qué ser rico?”, le inquirió el pescador. “Para crecer y montar una gran empresa y ya con dinero retirarte en tu vejez y dedicarte a la familia y a compartir con los amigos”, afirmó el empresario. “Precisamente, eso es lo que estoy haciendo en este momento”, concluyó el pescador.

En muchos sectores de la sociedad colombiana predomina el pensamiento del empresario: ser exitoso es acumular riqueza, sin importar que para alcanzarla haya que robar o explotar al semejante. La filosofía del Buda y la del pescador tienen en común que el propósito de la vida es ser feliz o vivir sabroso –como dicen en ciertas regiones de las costas atlántica y pacífica–, disfrutando de la amistad, la familia, el folclore y con una actitud alegre que le rinde un homenaje al milagro de la existencia y de la hermandad entre los seres humanos. 

No puede haber mayor riqueza en un estado social de derecho que preocuparse por el bienestar y la calidad de vida de todos sus habitantes. El desarrollo no se debería medir por el producto interno bruto, sino por el índice de bienestar de la población. www.urielescobar.com.co

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