Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
El ser humano, según algunas corrientes filosóficas, espirituales e investigaciones neurobiológicas de los últimos años, es considerado como una unidad indivisible.
Los planteamientos que conciben de manera independiente al cuerpo de la mente no son más que expresiones distintas de esta unicidad en la esfera tangible (física) o subjetiva (mental). Las neurociencias se han encargado de hacer un mapeo de las correlaciones entre emociones, pensamientos y las estructuras cerebrales, que presentan mayores cambios cuando suceden tales experiencias. Sobre estos hallazgos no hay controversias importantes, pues hay sólidas evidencias acerca de las áreas biológicas implicadas en el universo de las ideas y la emocionalidad.
Recientemente, las neurociencias han comenzado a estudiar la fascinante vivencia humana vinculada a los fenómenos de la dimensión espiritual: experiencias místicas, sensaciones oceánicas de unidad durante prácticas meditativas o de oración, experiencias de muerte cercana y lo paranormal (sincronía, telequinesis, precognición y mediumnidad). ¿Hay estructuras cerebrales en las que tiene asiento la espiritualidad? Debe haberlas, pero aún no hay estudios contundentes para responder desde la óptica científica a esta pregunta fundamental.
Tradiciones espirituales como el yoga, en Oriente, o la teosofía en Occidente, en su corpus teórico consideran el concepto de la existencia de estructuras, espacios físicos y energéticos donde tiene asiento el alma humana y las experiencias cumbres o trascendentes. A la epífisis o pineal, una glándula endocrina ubicada en el centro del cerebro, justo detrás el tercer ventrículo, le han asignado una particular importancia para el despertar espiritual.
A propósito, ¿existen investigaciones en las neurociencias? El neurólogo y profesor universitario estadounidense Michel A. Persinger (1945 – 2018), después de muchos estudios, llegó a la conclusión de que hay una estrecha relación entre estas experiencias trascendentes y la estimulación del lóbulo temporal, sobre todo en estructuras como la amígdala y el sistema límbico. Cuando el estímulo se da en el lado derecho, pueden ser negativas; y en el izquierdo, adquieren connotaciones positivas.
El psiquiatra también estadounidense Rick Strassman (1952 -), al trabajar con psicodélicos (sustancias que estimulan la emergencia de estados de conciencia expandida), en especial con la dimetiltriptamina (DMT), encontró que la gran mayoría de los sujetos de investigación a quienes se les suministró este producto presentaban las experiencias espirituales ya descritas, pero también se halló algo que otros investigadores han reconocido: que el organismo de manera endógena produce la DMT, ¿y sabe usted, amable lector, cuál es la estructura cerebral donde se produce en mayor cantidad? ¡En la glándula pineal! Interesante descubrimiento, que puede acercar lo que se conocía previamente gracias a las prácticas espirituales y los nuevos hallazgos de las neurociencias. www.urielescobar.com.co
No hay comentarios:
Publicar un comentario