viernes, 4 de julio de 2025

Dimensiones - El poder de la conexión humana

 Por Uriel Escobar Barrios, M.D.

Desde los primeros pasos de la humanidad, los individuos han estado marcados por una necesidad profunda de vincularse con otros. Vivir en comunidad no fue una elección, sino una estrategia evolutiva que permitió sobrevivir en un mundo hostil. 

Cazar, protegerse, compartir conocimientos y cuidar de las crías solo fue posible gracias al trabajo en grupo. La conexión humana, más allá de un deseo emocional, fue una condición para la vida. Hoy, miles de años después, las neurociencias confirman lo que nuestros ancestros ya sabían intuitivamente: necesitamos de los otros para vivir bien. Las relaciones humanas profundas y significativas enriquecen nuestra existencia desde el punto de vista afectivo, pero también tienen un impacto directo en nuestra salud física y mental. 

El cerebro humano está diseñado para la conexión:  cuando estamos en presencia de personas que nos generan confianza, se activa una cascada neuroquímica que favorece el bienestar. Una de las sustancias más estudiadas es la oxitocina, conocida como la “hormona del vínculo”. Esta se libera en momentos de contacto afectivo, generando sensaciones de calma, pertenencia y seguridad. Asimismo, la dopamina y la serotonina, neurotransmisores relacionados con el placer y la estabilidad emocional, se incrementan con la interacción social positiva.

Diversos estudios científicos han demostrado que las personas con vínculos sociales sólidos tienen mejor respuesta inmunológica, menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y de niveles altos de inflamación sistémica y una recuperación más rápida después de procedimientos quirúrgicos. Además, la famosa investigación de la Universidad de Harvard, que ha seguido a cientos de personas por más de 80 años, concluyó que el factor más importante para una vida larga y feliz no es el dinero ni el éxito profesional, sino la calidad de las relaciones humanas. 

Desde la Psiquiatría, también se reconoce el poder terapéutico del vínculo. Las personas con redes de apoyo emocional estables tienen menor riesgo de desarrollar depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático. Incluso en situaciones adversas, quienes están acompañados tienen una mayor capacidad de resiliencia, es decir, de adaptarse y sobreponerse al dolor. En ese orden de ideas, la conexión actúa como una especie de amortiguador frente al sufrimiento.

En tiempos donde la tecnología permite estar “conectados” virtualmente, pero muchas veces distantes emocionalmente, recuperar el valor de la presencia, del abrazo, de la palabra que consuela, es más urgente que nunca. El aislamiento social, considerado por algunos expertos como una “epidemia silenciosa”, tiene efectos tan nocivos como fumar o llevar una dieta poco saludable. La soledad crónica no solo deteriora la salud mental, sino que acorta la esperanza de vida. 

La invitación es clara: cultivar relaciones significativas, cuidar a los amigos, fortalecer los lazos familiares y comunitarios no es un lujo ni un capricho sentimental, es una inversión en salud y en humanidad. En un mundo cada vez más fragmentado, reencontrarnos con los otros es también reencontrarnos con lo mejor de nosotros mismos. www.urielescobar.com.co

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