sábado, 23 de junio de 2018

DIMENSIONES

LA ÉTICA PERDIDA

Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *


El colegio Marymount que funciona en la ciudad de Barranquilla desde 1953 es considerado uno de los más representativos del caribe colombiano por la calidad académica de sus egresados. La ceremonia de graduación de la promoción del 2018, en donde estaba programado que participara una afamada orquesta de la región, fue cancelada por decisión de la junta directiva de la institución.


¿Cuál fue el motivo de esta decisión? La empresa Milton Ochoa Asesorías Académicas denunció que algunos de los alumnos del grado 11 compraron los resultados de las pruebas Pre-Icfes a un profesor del plantel educativo. La decisión de suspender la celebración y entregar los diplomas en un sencillo acto llegó hasta los estrados judiciales porque era  un “atropello en contra de los estudiantes”. ¿Quién interpuso este recurso?: ¡algunos padres de familia!

El 10 de junio del 2018 en la universidad del Magdalena, 16 jóvenes fueron detenidos por las autoridades porque en las pruebas de ingreso a la Facultad de Medicina estaban suplantando a los verdaderos aspirantes, a quienes les  cobraban 2.5 millones de pesos. Una red era la que se encargaba de reclutar a estudiantes “pilos” de universidades de Cartagena, Barranquilla, Sincelejo y Bogotá para hacer la suplantación, además de cobrar 24 millones de pesos más para garantizarles a los aspirantes la entrada a la universidad.

¿Y quiénes pagaban estos dineros?: ¡los padres de los aspirantes! Estos dos casos, que sucedieron en menos de una semana, reflejan algo que está carcomiendo los cimientos morales de la sociedad colombiana.

¿Qué tipo de profesional puede formarse, basándose en el hecho de que hay jóvenes que hacen trampas para obtener mejores puntajes en las pruebas de Estado? ¿Cuál puede ser la ética de un profesional de la medicina, que para ingresar a la universidad recurre a trampas? Pero lo más grave es que en ambos casos, los padres son los encargados no solo de defender estos actos inmorales, sino de recurrir a acciones judiciales o de pagar sumas importantes de dinero para que sus hijos alcancen las metas que se han propuesto en sus vidas, aunque para ello deban utilizar cualquier ardid, ¡porque, el fin justifica los medios!

No nos extrañemos, entonces, que nuestra sociedad esté dominada por las trampas y la corrupción. Y ese mismo actuar lo estemos enseñando a los hijos que, por supuesto, seguirán replicando el mismo patrón de comportamiento no ético. 

www.urielescobar.net / Twitter: @urielbarrios16  www.urielescobar.net / Twitter: @urielbarrios16

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