Para analizar el nivel de desarrollo de un país, el principal indicador debe ser la posibilidad de cada uno de sus habitantes de tener acceso a los bienes y servicios que le permitan tener una vida digna. No puede haber ningún otro aspecto más importante que este, porque el proceso evolutivo de la civilización humana debe llegar finalmente a la protección del valor supremo de una persona: su propia vida.
Desafortunadamente, la perspectiva de avanzar como nación no se ha concebido de esta manera en la mayoría de los países. El ejemplo claro es que cuando se habla de países primermundistas o tercermundistas, lo que prima es la capacidad para generar riqueza, partiendo de un supuesto absolutamente falso en que esta se va a distribuir equitativamente a los habitantes del país, lo cual llevaría al mejoramiento de los estándares de calidad de vida de todos ellos.
Lo que sucede en Colombia ilustra de manera contundente tal afirmación. En la reciente gira del presidente por diferentes países de Europa, este declaró con gran satisfacción que en 2021 la economía del país había crecido por encima del 10.2 %, de acuerdo con el informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Una cifra muy halagüeña sin duda alguna, ¿pero refleja lo que sucede en la mayoría de la población colombiana en cuanto al mejoramiento de su calidad de vida? ¡No! No es así.
Veamos: el informe del Banco Mundial sobre las economías de los países en el 2021 expone que Colombia ocupó el nada honroso primer lugar en términos de desigualdad entre los países de la Organización de la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) y es, además, la segunda economía más desigual de América Latina y del Caribe, después de Brasil. Remata diciendo que los ingresos del 10 % de la población más rica son once veces mayores que los del 10 % más pobre.
En las propuestas de los precandidatos que aspiran a regir los destinos del país en el próximo cuatrienio también es evidente este enfoque equivocado: los debates en los medios de comunicación se han centrado en corrupción, producción de riqueza, uso de energías más limpias, pero muy poco en cómo el modelo económico que proponen resolvería o atenuaría el problema más grave que tiene la población colombiana actual: franjas de población cada mayores en condición de pobreza (según el Dane, 42.5%, que corresponde a 21.02 millones de colombianos). Señores precandidatos, les reitero lo que debe estar en el centro de cualquier desarrollo de un país: el ser humano. La producción de riqueza debe ponerse al servicio del bienestar de todos los colombianos, especialmente de los más olvidados y vulnerables. www.urielescobar.com.co
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