Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
El surgimiento de una nueva vida es señal de vitalidad, progresión, perfeccionamiento y evolución. El último boletín de la Organización de Naciones Unidas, publicado el 15 de noviembre del 2022, nos dice que esta es una fecha muy especial porque se completaron los 8.000 millones de pobladores de nuestra especie en el planeta tierra.
Hace 12 años éramos 7.000; las proyecciones de los estudiosos de la demografía dicen que en el año 2037 seremos 9.000, y en el 2080 esta cifra alcanzará los 10.400 millones, porque se ha observado una tendencia en las últimas décadas de un desacelere de la tasa general de crecimiento de la población. ¿Qué indica esta cifra? Sin duda alguna que el ser humano es una especie exitosa que ha logrado, por un lado, evitar las muertes perinatales y, por el otro, aumentar de manera significativa la expectativa de vida de la población general.
Sin embargo, no todo son sonidos de campanas de victoria y de éxitos de la vida sobre la muerte, no es así; en este mismo informe hay voces de alerta sobre el futuro de la humanidad si continuamos a este ritmo de crecimiento y los gobiernos del mundo no toman las medidas necesarias para que todas las personas que habitan el planeta, sin ningún tipo de distinción, tengan condiciones de vida dignas que les permitan disfrutar su existencia.
Quienes dan señales de alerta son las principales autoridades mundiales relacionadas; el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo de manera textual: “Si no superamos el enorme abismo entre ricos y pobres, tendremos un mundo con 8000 millones de habitantes lleno de tensiones y desconfianza, crisis y conflictos. Esta cifra es un llamado de atención para que la humanidad mire más allá de los números y cumpla con su responsabilidad compartida de proteger a las personas y al planeta, comenzando por los más vulnerables”.
La directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), Natalia Kanen, plantea sus preocupaciones por la relación existente entre crecimiento de población, pobreza, cambio climático y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); en este sentido, una de las situaciones más complejas -lo que constituye el mayor reto para la humanidad- es que las tasas de crecimiento poblacional se concentran en los países más pobres (mayoría de jóvenes), y esto se ve reflejado en que la edad promedio de las personas que viven en Europa es de 41 años, ¡cuando se compara con 17 años en el África Subsahariana!
En su informe, para disminuir el impacto de esta crisis, Kanem recomienda que las políticas de población en los países del mundo tengan como objetivo principal “asegurar que las naciones tengan la capacidad de brindar una buena calidad de vida a todos sus habitantes, independientemente de que su población crezca o disminuya”. ¿Los humanos seremos capaces de entender que la solidaridad es el único camino para superar este complejo trance del desarrollo poblacional de nuestra especie?
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