martes, 17 de enero de 2023

Un paseo agridulce por el occidente colombiano

Manizales (Foto: Universidad Nal de Colombia)

Claus Adara – desde el Caribe

Normalmente pasamos vacaciones entre Barranquilla, Cartagena y Riohacha. Algunas pocas veces hemos estado en Valledupar y en las playas de Morrosquillo.

Para darle adiós al año y la bienvenida a 2023, acordamos irnos para el eje cafetero y el valle del cauca. Fueron unas

vacaciones muy interesantes, porque la mayoría de la familia no conocía esta región y quedaron fascinados con la amabilidad de la gente.

El resumen del viaje estuvo entre lo dulce y lo agrio.

Llegamos a Pereira antes de la Navidad en un vuelo directo desde Cartagena. Lo primero que nos encontramos fue con un aeropuerto bonito, pero poco acogedor. Buscamos tener información turística, y no había ni un solo folleto.

Los taxistas que nos trasladaron al hotel, fueron especialmente amables y suplieron la falta de información turística oficial, con muy buenos datos sobre la ciudad y sus alrededores.

El hotel que nos alojó en Pereira es moderno y con funcionarios bastante atentos. El precio por habitación guarda relación con la calidad del servicio.

Estuvimos dos días en Pereira y fuimos al parque Ukumarí, atractivo, pero insuficiente. Visitamos dos centros comerciales modernos y muy concurridos, pero no hacen la diferencia con otros de su estilo en el país.

Nos dimos una pasada por el centro de la ciudad. Un verdadero desastre. Qué galería y qué suciedad. No había por donde andar y la sensación de inseguridad nos sacó corriendo. Además, los trancones navideños fueron insoportables y perdimos mucho tiempo metidos en los taxis.

Antes de abandonar la ciudad, visitamos un restaurante típico. Campeón. Buena comida y excelentes precios. Visitamos antes otros restaurantes que ofrecen comida internacional y, la verdad, quedaron en deuda.

Después de nochebuena nos fuimos en una camioneta bastante cómoda hacia Cali. Una vía muy bien señalizada, que permite desplazarse con seguridad. A Cali no había vuelto desde hace casi veinte años. Llegamos al hotel, viejo pero muy bien tenido. Los precios por habitación un poco exagerados, pero no había nada qué hacer, la ciudad estaba en ferias.

Fuimos a un par de conciertos, que allí denominan festival de orquestas. El ritmo de la ciudad es vibrante, la alegría de la gente es contagiosa y su acogimiento es desbordante. A pesar de las advertencias del conductor de la camioneta y del “botones” del hotel, tuvimos una buena experiencia de seguridad.

Caminamos por algunas calles céntricas e hicimos un recorrido por la avenida principal, y nos quedó la sensación de una ciudad abandonada, con sectores muy destruidos y la evidencia de mucha pobreza. No es la Cali que yo conocí en ese tiempo, cuando se rumbeaba en el centro y se notaba que esta era “la sucursal del cielo”

Después de Cali, viajamos al Quindío. La carretera en muy buenas condiciones. Los paisajes nos enamoraron. Y cuando llegamos a Armenia, encontramos una ciudad muy pausada, a pesar de que era el final del año. Estuvo haciendo frio. El hotel que escogimos es bastante básico, más para ejecutivos que para turistas. Muy poca oferta de restaurantes y comercio, además de una atención bastante distante, muy diferente a lo que vivimos en Pereira y Cali.

Desde Armenia visitamos varios municipios turísticos como Quimbaya, Montenegro y Salento. Una experiencia para olvidar. El desorden es total. El tráfico automotor avanza sin control. Las demoras son eternas. La posibilidad de entrar a un restaurante en cualquiera de los tres municipios es una odisea. No vale la pena ir, una lástima. Los atropelló el éxito.

Finalmente, nos fuimos para Manizales. Disfrutamos de la feria, sin entrar a toros, porque no nos gustan. Ya había alquilado un apartamento grande a través de una plataforma. La atención de los encargados fue excelente, grandes anfitriones. Es una ciudad fría, pero el ambiente fiestero nos calentó. Quedamos muy impresionados con la infraestructura vial, que es moderna y permite un rápido desplazamiento. 

Un taxista nos dijo que “Manizales es la verdadera capital del eje”, y no está muy alejado de la realidad. Se nota más organización, disciplina, seguridad y desarrollo que en Armenia y Pereira. 

Para devolvernos a Cartagena, volvimos a Pereira y nos encontramos con un aeropuerto repleto de gente, con pocas comodidades para la espera, con escasas opciones para comer y terminamos pidiendo un pollo apanado.

En resumen, nos gustaron muchas cosas de la región cafetera y del Valle, pero les falta “mucho pelo pa´moña”, para ser un destino turístico de nivel internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario