sábado, 11 de febrero de 2023

Dimensiones - Salud, una reforma necesaria

 Por Uriel Escobar Barrios, M.D.

El universo es fluir, es cambiar, es transformarse de forma permanente. Esa es la ley esencial que rige su funcionamiento, y de igual manera sucede con cada uno de sus componentes: están sometidos al movimiento continuo. El ser humano y las agrupaciones en las cuales este se organiza no escapan a este veredicto superior. 

En el caso de las dinámicas sociales, por ejemplo, estas se encuentran en constante revisión y actualización. Por eso, no sería concebible unas formas de relación a través de unas leyes inamovibles, que permanezcan estancas, puesto que la dinámica del desarrollo obliga a introducir cambios que se ajusten a las necesidades cambiantes de la convivencia. 

Un caso para observar es lo que sucede con la Real Academia Española (RAE), que cada año introduce en su diccionario nuevas palabras que surgen de las interacciones humanas, que por la fuerza de la repetición terminan siendo aceptadas. Sirva esta introducción, entonces, para afirmar lo siguiente con respecto a la reforma al sistema de salud colombiano que propone el gobierno actual y que ha concitado la atención nacional e incluso de organismos internacionales como la OMS y la OPS: es necesario introducir cambios en la estructura orgánica y en el funcionamiento del sistema de salud en Colombia para mejorar la atención, aumentar la accesibilidad a los servicios con el propósito de garantizar una buena calidad de vida para toda la población. 

Con respecto a la propuesta de reforma que aún no es conocida en su totalidad por la población general e incluso por muchos de los actores del sistema, se han presentado tres posiciones antagónicas: quienes proponen borrar todo lo que existe actualmente y comenzar de cero; los del extremo opuesto, que plantean que el sistema de salud colombiano es de los mejores del mundo y, por lo tanto, así debe seguir; y, finalmente, quienes declaran la necesidad de introducir cambios en lo que no funciona y fortalecer lo que ha demostrado ser eficiente en los 30 años que tiene de haber sido expedida la ley marco del actual sistema de salud. 

No obstante, lo que he observado es que la reforma a la salud -que, reitero, es necesaria- se ha desvirtuado en la discusión, porque los análisis emotivos, los intereses de grupos económicos y los extremismos de carácter político la han matizado.

La salud, al igual que la educación, es un pilar fundamental y un indicador sensible sobre cómo un Estado organiza los recursos para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. La reforma en Colombia debe hacerse pensando en el bien colectivo, y no se la puede encasillar con protagonismos personalistas o de grupos. 

El reto del Gobierno nacional es tener el suficiente liderazgo para escuchar a todos los actores de la sociedad con el objetivo de que este proyecto que ha generado tantas expectativas se convierta en una realidad que mejore las condiciones de salud de cada uno de los colombianos y colombianas. ¡Qué gran compromiso con el pueblo y con la historia el que asume el presidente y sus asesores! 

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