Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
El desarrollo de la tecnología y de las comunicaciones ha tenido un impacto positivo en todas las áreas de las actividades humanas. Sobre esto no hay ninguna duda. Un ejemplo muy sencillo es lo que ha sucedido para escribir este artículo. Veamos: hace algunos días llegó a consulta de Psiquiatría un joven de 17 años en compañía de sus alarmados padres, quienes habían descubierto con mucha preocupación que desde hacía cerca de un año él estaba utilizando los cigarrillos electrónicos o vapeadores.
Lo que comenzó como una actividad de diversión con un grupo de compañeros en la institución educativa se convirtió en una verdadera necesidad, y lo utiliza actualmente para concentrarse en el estudio, calmar la ansiedad, cuando está triste e, incluso, ¡para poder dormir! Cuando los padres lo confrontaron por el uso casi permanente del vapeador, les respondió que esta era una actividad completamente inocua, porque en las indagaciones que había hecho por internet se decía que el consumo de los cigarrillos electrónicos estaba recomendado para dejar de fumar y que el vapor que se aspiraba no tenía repercusiones en la salud humana.
El planteamiento de este joven demuestra claramente que cuando no se consultan las fuentes adecuadas, Google puede tener un impacto muy negativo, y es lo que se ha estado observando con el vapeo. Desde el punto de vista científico se ha demostrado que el cigarrillo electrónico genera muchos daños a quien lo utiliza. Lo que se ha observado a nivel mundial desde el año 2010, cuando se comenzó a popularizar esta práctica, es que ha habido un incremento con una proporción epidémica, de acuerdo con los estudios poblacionales realizados por la Sociedad Estadounidense del Cáncer (ACS).
Se encontró que en 2018, el 30 % de los estudiantes de secundaria informaron haber vapeado, y de ese porcentaje, ¡el 12, a diario! Por su parte, uno de cada cuatro estudiantes de último año de secundaria informó haber vapeado nicotina en el último mes, y el 20 % lo hizo con marihuana. Las investigaciones han revelado que el cigarrillo electrónico tiene los siguientes riesgos para la salud: adicción, ansiedad y depresión, volverse fumador, impotencia, problemas para dormir, exposición a sustancias químicas cancerígenas, bronquitis crónica y enfermedad pulmonar grave (bronquiolitis obliterante).
Las principales sustancias utilizadas en el cigarrillo electrónico (nicotina, cannabis, acetona, propilenglicol, glicerina vegetal) son perjudiciales para la salud física y mental, y por este motivo, la ACS y la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) recomiendan que ningún joven debería usar cigarrillos electrónicos ni cualquier otro producto derivado del tabaco. Mensaje final a padres y educadores: al detectar estos casos, se debe buscar ayuda de profesionales de la salud mental, que pueden orientar a los jóvenes y, por supuesto, a los adultos, para encontrar estrategias más sanas que les permitan enfrentar las dificultades que plantea la existencia a todo ser humano. www.urielescobar.com.co
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