sábado, 26 de agosto de 2023

Dimensiones - Cuando la vida pierde sentido

 Por Uriel Escobar Barrios, M.D.

Una tendencia natural de todo ser vivo es desarrollar mecanismos de protección que le permitan evitar el dolor y salvaguardarse de la extinción. 

Esta es la principal razón por la que está dotado genéticamente de instintos de supervivencia, los cuales no necesita aprender porque hacen parte de su arsenal o kit para afrontar la vida. Así sucede en los organismos más simples, como los unicelulares, y hasta en los más complejos, como los mamíferos. 

En el ser humano, esta tendencia innata se complementa con el salto cualitativo en la evolución que significó el desarrollo y perfeccionamiento de su cerebro y de las habilidades de aprendizaje, que han dado como resultado las funciones cognitivas y de la conciencia. 

Lo anterior significa que el humano debe lidiar, a lo largo de su vida, con tendencias heredadas filogenéticamente, en su condición de ser un producto sometido a los avatares de los instintos animales de supervivencia y, además, a los imperativos sociales, dados por el aprendizaje de patrones sociales. Muchas veces estas dos pulsiones están en una lucha constante por predominar una sobre la otra.

El animal trata de preservar su existencia como un imperativo primario. El animal humano, sin embargo, puede desarrollar actitudes que van en contravía de este precepto evolutivo. Los investigadores del psiquismo utilizan términos como conductas autodestructivas o autolesivas para hacer referencia a comportamientos que lo pueden llevar a la enfermedad y al fin de la vida (por ejemplo, el consumo de sustancias perjudiciales como drogas, la realización de actividades que implican riesgos, y la provocación de la muerte, como sucede en el caso del suicidio). 

Hace pocos días, la Procuraduría General de la Nación alertó a las autoridades sanitarias para que tomaran acciones inmediatas en la prevención del suicidio en Colombia, que en los últimos años ha marcado un comportamiento epidemiológico que lo catapulta como un verdadero problema de salud pública. Dos datos de dicho estudio nos ilustran esta verdadera pandemia: en 2013 se suicidaron 1810 personas, ¡y en el 2022 esta cifra se elevó a 2835! Cabe anotar que este dato está en crecimiento continuo: en el primer semestre de 2023 hubo 198 casos más que en el mismo período del 2022; el 40.5 % fue cometido por personas menores de 24 años. ¡Duro reto para las entidades encargadas de mejorar la salud mental de los colombianos!

¿Por qué se suicida una persona? Las motivaciones son muchas, pues es un fenómeno con múltiples determinantes; pero, en general, en la base de la decisión de acabar con la vida hay una pérdida del sentido de la existencia, lo cual se puede dar por enfermedades físicas o mentales. 

No obstante, los estudiosos de este fenómeno encuentran  que es cada vez mayor el número de personas que lo hace por desencanto, por soledad o porque no encuentra en la sociedad un propósito. El contacto interhumano, la solidaridad, la fraternidad, el compartir con los seres queridos son ejes fundamentales para prevenir la conducta suicida y hallarle sentido a la bella experiencia de estar vivo.

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