viernes, 31 de enero de 2025

Dimensiones - El poder de la palabra

  Por Uriel Escobar Barrios, M.D.

Desde tiempos inmemoriales se ha considerado que lo único real es lo que puede ser percibido a través de los órganos de los sentidos, lo que es tangible o material; mientras que lo que permanece en la mente o en el mundo de la ideas no existe. 

Esta concepción filosófica ha sido la dominante en el desarrollo de la ciencia positivista, especialmente en Occidente. Plantea, en síntesis, que lo material predomina sobre lo intangible, siendo este último una manifestación de la materia en evolución. Rastreando la historia, los primeros planteamientos sobre esta teoría se dieron en Oriente, principalmente en China e India, pero es en la antigua Grecia donde estos conceptos alcanzaron un gran desarrollo al ser impulsados por Tales de Mileto (624 – 543 a.C.), considerado el primero de los siete sabios de Grecia. 

El concepto de que el mundo es material y de que existe independientemente de la conciencia, la cual no es más que el producto de un nivel superior de la organización de la materia, se ha enfrentado contra otras formas de percibir la realidad, como lo plantea la doctrina ontológica denominada Idealismo, cuyo principal representante es Platón (427 – 347 a.C.); él afirmaba de manera general que la realidad física o material es la resultante del mundo de las ideas, un mundo que no cambia, es eterno y perfecto.

La Psicología y las corrientes doctrinales que se han denominado de la mente y el cuerpo, tras las investigaciones que han hecho sobre la conciencia,  plantean que la única realidad del individuo es su realidad psíquica. Ello, expresado inicialmente por el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud (1856 – 1939), ha tenido importantes  contribuciones de otros académicos, entre los que se puede mencionar al creador del concepto de psicología de la imagen, el psicólogo indio, Akhter Ahsen (1933 – 2018). 

En este contexto, las denominadas ciencias de la mente (Neurociencia, Lingüística, Filosofía, Antropología, Psicología, Psiquiatría e Inteligencia artificial) han estado estudiando el poder que tienen el pensamiento y su expresión a través de la palabra, para crear, transformar, pero también para destruir la realidad del individuo, de la comunidad y del mundo global en que vivimos. 

El poder destructor es conocido ampliamente: la historia de la civilización humana se ha caracterizado por guerras fratricidas que han masacrado a millones de personas y empobrecido a otros tantos, a costa de la palabra de líderes que han convencido a sus subalternos de sus pretensiones de dominio y de superioridad de su país. Basta recordar las tristes actuaciones de personajes como Calígula, Nerón, Hitler, Stalin, Amín Dada, Husseim, Pol Pot, solo por enlistar a los más sanguinarios.

Así como destruye, la palabra cuando se caracteriza por sus propósitos altruistas, sanadores y de autoconocimiento puede crear y transformar el presente del individuo y de las comunidades. Las evidencias científicas son contundentes y han demostrado que la manera como pensamos y hablamos marca el derrotero de lo que somos y seremos en nuestro tránsito existencial.  www.urielescobar.com.co

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