Por Uriel Escobar Barrios, M.D.
El individuo necesita adaptarse a los retos que le plantea de manera permanente el entorno en el cual vive; además, debe lidiar con las propias sombras o miedos de su mundo interior. Esta lucha por sobrevivir a las adversidades ha sido una de las constantes de la especie humana a lo largo de su evolución.
Históricamente, por diferentes dinámicas sociales, se han presentado enfrentamientos entre personas, familias y comunidades. Basta recordar dos de los primeros poemas épicos de los que se tiene noticia, considerados por algunos investigadores como el origen de la literatura occidental: La Ilíada y la Odisea, atribuidos (no hay plena certeza si fueron escritos por una persona o un grupo de escritores) al poeta griego Homero, que vivió en el siglo VIII a.C. En ellos el o los autores narran la guerra de Troya, un conflicto entre griegos y troyanos que tuvo lugar en el siglo XIII a.C.
¿Cuál fue el motivo de este enfrentamiento? El rapto de Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta, por Paris, príncipe troyano. La guerra duró diez años, al final de los cuales los griegos lograron penetrar en la ciudad de Troya e incendiarla. Esto retrata de cuerpo entero algunas de las motivaciones que han tenido los seres humanos para justificar su crueldad.
La Guerra de Troya no es el inicio de las confrontaciones entre humanos. Tragedias similares, que sucedieron muchos siglos antes, han sido descritas; por ejemplo, la guerra entre las ciudades de Ur y Lagash en Mesopotamia en 2500 a.C. o la batalla de Megido en 1457 a.C. que enfrentó al Faraón egipcio Tutmosis III contra una coalición de reyes cananeos. En pleno siglo XXI, la situación de muertes, desplazamientos y el profundo dolor que estos actos demenciales provocan en las personas y comunidades a grandes rasgos es lo mismo, porque seguimos atestiguando tragedias muy parecidas a las vividas por nuestros antepasados.
Han cambiado los actores, los estados o las justificaciones, pero todas ellas reflejan la profunda incapacidad del ser humano para aceptarse en las diferencias que tenemos como individuos, que nos hacen totalmente particulares los unos de los otros. Esta misma dinámica funciona cuando se trata de conformar comunidades o países con rasgos culturales diferentes.
Cabe destacar que el ser humano vive unas confrontaciones similares a las guerras descritas, pero estas suceden en su mundo interior. El Bhagavad Gita, un texto espiritual hindú escrito en el siglo V a.C., relata de manera magistral el diálogo en el campo de batalla entre el príncipe guerrero Arjuna y el Dios Krishna.
A diferencia de la Ilíada y la Odisea, aquí se habla de las batallas que cada persona debe librar consigo misma para lograr un acuerdo entre sus polaridades, y la intensidad del sufrimiento que genera esta confrontación es mucho más dolorosa que las guerras externas. ¿Cómo enfrentar los desafíos del mundo exterior e interior y encontrar la paz, la tranquilidad y el equilibrio interior? Ese es el gran reto que debe enfrentar el ser humano en este momento de su evolución histórica. www.urielescobar.com.co
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