viernes, 30 de mayo de 2025

Dimensiones - La soledad como opción de vida

 Por Uriel Escobar Barrios, M.D.

Vivimos en una era de la hiperconexión. Las redes sociales, los mensajes instantáneos y las plataformas digitales prometen acercarnos, pero, paradójicamente, la soledad se ha convertido en una realidad creciente, especialmente en los países más desarrollados. 

No obstante, a diferencia de la soledad impuesta —aquella que nace del aislamiento social o la falta de vínculos—, existe una soledad elegida, una decisión consciente que puede ser un camino hacia el autoconocimiento y el crecimiento personal. Psicológicamente, la soledad ha sido estigmatizada como sinónimo de tristeza o fracaso; pero estudios recientes demuestran que, cuando es voluntaria, puede tener efectos positivos en la salud mental. 

La soledad permite reflexión y autoconocimiento: alejarse del ruido externo facilita el diálogo interno, clave para entender deseos, miedos y metas;  reducción del estrés: la presión social y las expectativas ajenas suelen generar ansiedad. Asimismo, ofrece un respiro e impulsar la creatividad: artistas, escritores y pensadores históricos han encontrado en la soledad un espacio para la inspiración. Sin embargo, cuando la soledad es involuntaria, puede derivar en problemas como depresión o ansiedad. Aquí radica la diferencia esencial: la soledad sana es una elección, no una imposición.

En naciones como Japón, Suecia o el Reino Unido, se ha convertido en un fenómeno masivo. El envejecimiento poblacional, las dinámicas laborales exigentes y el declive de las estructuras familiares tradicionales han contribuido a este aislamiento. Un caso emblemático es el Ministerio de la Soledad creado en el Reino Unido en 2018. 

Esta iniciativa surgió tras un informe que reveló que más de 9 millones de británicos se sentían solos con frecuencia, lo que afectaba su salud física y mental. El ministerio busca combatir el aislamiento, pero también plantea una pregunta incómoda: ¿es posible que, en lugar de "curar" la soledad, debamos aprender a convivir con ella de manera positiva? Frente a una sociedad que idealiza la sociabilidad constante, elegir la soledad es un acto rebelde. Filósofos como Nietzsche o Thoreau defendían que la introspección era necesaria para una vida plena. 

En la soledad, encontramos libertad: sin máscaras sociales, somos más auténticos; crecimiento personal: el silencio obliga a enfrentar preguntas incómodas pero necesarias; autosuficiencia emocional: aprender a disfrutar de la propia compañía fortalece la independencia. Claro, esto no significa renunciar a los vínculos humanos. La clave está en el equilibrio: relaciones significativas cuando se deseen, soledad fértil cuando se necesite.

La soledad no es enemiga. En un mundo que nos exige estar siempre disponibles, elegir momentos de aislamiento puede ser un acto de salud mental. Países como el Reino Unido reconocen los riesgos de la soledad no deseada, pero también es válido abrazarla como una opción consciente. Al final, la soledad elegida no es vacío, sino un espacio para reconectar con lo esencial: uno mismo. Como decía Rilke: "La soledad es el camino por el que el destino nos conduce hacia nosotros mismos". www.urielescobar.com.co

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