Foto: Politécnico Grancolombiano |
La investigación realizada por estudiantes del Politécnico Grancolombiano muestra que cualquier persona, sin importar su experiencia o espacio disponible, puede crear una huerta casera usando materiales reciclados y técnicas sostenibles.
Cilantro, cebolla larga, tomate, comino, hierbabuena, maíz y hasta laurel. Todos estos ingredientes, esenciales en la cocina tradicional colombiana, pueden sembrarse sin químicos, en espacios pequeños, usando elementos que normalmente terminan en la basura. Esa es la conclusión más potente de la investigación desarrollada por los estudiantes Sara Mena, María Fernanda Miranda y Reinhold Cifuentes, bajo la guía de Lenyd Angélica Riaño, coordinadora del Programa de Administración Hotelera y Gastronómica del Politécnico Grancolombiano.
En el día de la gastronomía sostenible, que se conmemora cada 18 de junio, este estudio, llamado “Cultivos orgánicos urbanos. Una alternativa de producción sostenible de ingredientes tradicionales de la gastronomía colombiana”, es una herramienta vital para demostrar que es posible que personas comunes, sin grandes terrenos ni experiencia agrícola, logren crear huertas caseras productivas, usando materiales reciclados, abonos naturales y técnicas sostenibles.
Foto: Politécnico Grancolombiano
La propuesta de huertas caseras no solo promueve una alimentación más saludable y económica, sino que también se alinea con los principios de la gastronomía sostenible: reducir el desperdicio de alimentos, rescatar saberes ancestrales, y fomentar el consumo responsable y local.
¿Cómo crear un cultivo orgánico en casa?
A partir del análisis de huertas reales y entrevistas a cultivadores urbanos, como Vicente Fideligno Gaona, ganador del premio Mi Huerta Campesina del Jardín Botánico, el equipo de investigación definió una ruta práctica para que cualquier persona pueda sembrar sus propios alimentos. Este es el paso a paso que se comprobó en campo:
⦁ Elige el recipiente adecuado: puedes usar botellas plásticas, materas medianas o estructuras verticales hechas con guacales o tubos PVC. Todo depende del espacio disponible.
⦁ Prepara tu abono orgánico: mezcla cáscaras de huevo trituradas, residuos de café, agua y restos de vegetales crudos. Esta mezcla alimenta la tierra y evita el uso de fertilizantes químicos.
⦁ Escoge tus semillas: pueden provenir de productos frescos (como laurel, cilantro o tomate) o conseguirse en mercados locales. Lo importante es que no estén tratadas con pesticidas.
⦁ Controla el riego y la luz: cada planta tiene su propio ritmo. El comino, por ejemplo, requiere poco riego y buena ventilación; el tomate necesita más sol; el cilantro y el perejil, sombra parcial y tierra húmeda.
⦁ Monitorea el crecimiento y cosecha a tiempo: con cuidados mínimos, algunas plantas pueden cosecharse en menos de 60 días. Otras, como el maíz o el achiote, requieren más tiempo, pero son igual de viables.
Cada uno de estos pasos fue validado en condiciones reales, demostrando que los cultivos orgánicos no son un lujo ni una moda, son una posibilidad concreta y efectiva para mejorar la alimentación, ahorrar dinero y reconectar con los sabores de siempre.
¿Qué se puede sembrar y para qué platos?
La investigación identificó al menos diez ingredientes clave de la gastronomía nacional que pueden cultivarse con éxito en casa, entre ellos:
⦁ Laurel, para aromatizar caldos como el sancocho o el ajiaco.
⦁ Hierbabuena, perfecta para jugos, infusiones y preparaciones frescas.
⦁ Cebolla larga y tomate, base del hogao colombiano.
⦁ Comino y achiote, usados en marinados, empanadas y tamales.
⦁ Maíz, que aunque requiere más espacio, puede sembrarse en patios y usarse para envueltos o arepas.
Con esto, el estudio ofrece no solo una alternativa de producción, sino una forma de recuperar el sabor auténtico de los platos colombianos, directamente desde la fuente. Su valor está en haber recogido experiencias reales y convertirlas en una forma fácil de hacer huertas caseras.
Esta investigación parte de lo cotidiano, de cómo adaptar los cultivos orgánicos a la realidad urbana con herramientas al alcance de todos, en climas templados o cálidos, en apartamentos o en patios rurales. Lo único que se necesita es intención, algunos residuos orgánicos, y ganas de volver a sembrar. Y si todo empieza con una semilla de cebolla larga en una botella reciclada, ¿por qué no intentarlo?
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