jueves, 8 de septiembre de 2016

DIMENSIONES

Columna de opinión
LOS HABITANTES DE LA CALLE SON SERES HUMANOS

Por: Uriel Escobar Barrios, M.D. *


Hoy estoy triste. Esta emoción está atravesada por la impotencia. Las personas en su recorrido filogenético (la evolución animal), han desarrollado la capacidad para ser sensibles o compasivos ante el dolor de sus semejantes. El día que perdamos la posibilidad de conmovernos ante el sufrimiento del otro, sería “el apaga y vámonos”, porque lo que nos hace auténticamente humanos, es reconocernos, aceptarnos, ser solidarios.

Hace algunas semanas describí en una columna la terrible crueldad que se había realizado en Bogotá contra los habitantes del denominado Bronx. Ellos fueron desalojados en un operativo militar impresionante de su hábitat, del entorno que habían construido, donde se desarrollaban sus sueños. Si!. Los habitantes de calle también tienen ilusiones!. Como nosotros.


Al ser desalojados la gran mayoría han comenzado un deambular por diferentes sectores, donde esperan volver a construir “su nuevo hogar”. Pero, su presencia ha provocado rechazo por parte de la ciudadanía y son varios los enfrentamientos suscitados desde entonces. El Secretario de Desarrollo Social de Pereira denunció que muchos de ellos (en número cercano a 500), se han instalado en la ciudad. Sin embargo, la entidad encargada en Bogotá manifestó que eso no era cierto y que su programa de manejo de la problemática de habitante de calle era “un modelo que se debería implementar en todo el país y estaba dispuesta a asesorar a nuestras autoridades, en este tema”. He constatado porque trabajo en ello, que si se ha presentado migración de personas del Bronx hacia estos lares.

Lo primero que le pediría a  desarrollo social, es que muy amablemente no acepte el acompañamiento de Bogotá, debido a que allí han manejado esta situación “con las patas”. Porque han visto y siguen considerando el tema de habitante de calle como un problema sólo de ellos y no de la sociedad, en consecuencia la meta es “erradicarlos”, que no quede ninguno “afeando” la ciudad.

El habitante de calle es la expresión de una cultura que excluye, margina, violenta a los seres más vulnerables. La base para cualquier programa de ayuda, es considerarlos como nuestros semejantes, como sujetos de derechos. No hay que expulsarlos de sus casas (la calle o su lugar de congregación), sino, compasivamente acercarse a ellos y brindarles lo que cualquier ser humano necesita: Cariño, comprensión y afecto.

*Uriel Escobar Barrios, médico psiquiatra. (Esta columna de opinión es responsabilidad directa de su autor)

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