jueves, 9 de febrero de 2023

El periodismo se merece una mejor suerte

Ilustración: foto archivo

Claus Adara - desde el Caribe 

“No creo que el periodismo de hoy tenga el mismo prestigio, respetabilidad e influencia social de antaño”, le dije a una estudiante de comunicación social, que me hizo una entrevista para un proyecto académico que viene desarrollando.

Y la afirmación se basa en hechos incontrovertibles. Los periodistas de antes ejercían el oficio, no la profesión, con una dignidad encomiable. Eran gentes respetables y respetadas. Tenían una posición muy destacada en el ámbito social. Muchos eran humanistas de las más excelsas condiciones. Combinaron el periodismo con la política, el arte, la diplomacia, la literatura, el derecho, la economía, la historia, y/o el servicio público.

Escribían y hablaban con profundidad y fluidez. Sus piezas periodísticas, en general, eran un deleite. El debate político en los medios de comunicación era emocionante y a través de ellos se escucharon memorables piezas de oratoria.

Hombres que abrieron el camino del periodismo colombiano como Manuel del Socorro Rodríguez, Francisco Antonio Zea y Antonio Nariño, fueron seguidos con pulcritud por periodistas de la talla de Manuel Ancízar, Rafael Uribe Uribe, Luis Tejada, Enrique Santos Montejo, Baldomero Sanint Cano, Gilberto Álzate Avendaño, Eduardo y Lucas Caballero Calderón, Gabriel García Márquez, Germán Castro Caicedo, Abdón Espinoza Valderrama, Alberto Lleras Camargo, Juan Lozano y Lozano, Eduardo Zalamea Borda, Otto Morales Benítez, José Salgar, Ismael Enrique Arciniegas, y Guillermo Cano Isaza.

Y la lista de maestros del periodismo sigue con Emilio Correa Uribe, Jorge Tadeo Lozano, Bernardo Hoyos, Humberto Martínez Salcedo, Jorge Enrique Pulido, Héctor Mora, Manuel Mejía Vallejo, Alfredo Molano Bravo, Daniel Samper Pizano, Gloria Valencia de Castaño, Antonio Panesso Robledo, Álvaro Castaño Castillo, Otto de Greiff, Olga Behar, Abelardo Forero Benavidez y Luis Eduardo Nieto Caballero. 

Hoy subsisten algunas pocas figuras que le hacen honor al buen periodismo. Sin embargo, es evidente que hemos tenido un bache. Quedamos en manos de una serie de “anchorman”, que banalizaron el oficio y lo convirtieron en un espectáculo, donde los presentadores son las figuras y el tema, lo realmente importante se volvió un hecho subsidiario. 

Aún hay tiempo y esperanza de darle una nueva oportunidad al periodismo, gracias a que han empezado a surgir profesionales que entienden el valor de la comunicación, y sin las ínfulas de los “gurús” de los medios tradicionales, se están abriendo paso en las regiones, aprovechando tecnologías de avanzada, para hacer un trabajo comprometido con la sociedad.

La nueva generación de periodistas, que tienen a la mano recursos tecnológicos e información casi que ilimitada, es la esperanza de que haya un periodismo inteligente, respetuoso y profundo. El periodismo merece una mejor suerte.

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